Cuando nos hacemos una restauración en un diente, queremos que no se note, que sea invisible. Sin embargo, la odontología conservadora va más allá: las restauraciones no sólo deben ser invisibles a nuestros ojos, sino también para las bacterias y los tejidos que rodean al diente. De todo ello habló el doctor Pedro Buitrago durante su conferencia en el Día SEOC (Sociedad Española de Odontología Conservadora), celebrado el pasado 29 de noviembre en Valencia.
Bajo el título “Determinantes periodontales de éxito en odontología conservadora”, el Dr. Buitrago recalcó la importancia de que los tratamientos restauradores no sólo sean un éxito desde el punto de vista estético, sino también periodontal, para evitar que repercutan negativamente en los tejidos o que promuevan la proliferación de bacterias.
Si una restauración, como un composite o una carilla, afecta a la posición de los tejidos invadiendo su ubicación natural, éstos responderán inflamándose y contrayéndose. De ahí que el dentista tenga ante sí el desafío técnico de hacerla lo más ajustada posible al diente y a los tejidos.
Del mismo modo, según explicó el Dr. Buitrago, el odontólogo debe enfrentarse al reto de hacer una restauración invisible para las bacterias, es decir, con una rugosidad que evite su aparición. Además, por lo general, las bacterias detectan, por ejemplo, el borde de un empaste, por lo que es aconsejable colocarlo allí donde el paciente pueda acceder fácilmente para realizar su higiene bucodental.
En definitiva, el Dr. Buitrago ofreció las claves para que una pieza dental restaurada no termine causando mayores problemas en la salud periodontal del paciente y logre, por tanto, sus objetivos estéticos y de salud.